Mi sueño no era casarme

 


Para ser honesta el matrimonio nunca fue una meta para mí, si bien las ganas de compartir mi vida con alguien siempre han estado presentes, plantearlo en un evento no era prioridad, no contaba con que mi pareja decidiría proponerme matrimonio y tampoco sabía como lo manejaríamos. 

La forma en que me pidió matrimonio fue muy nuestra: no hubo cámaras, solo estábamos nosotros dos, yo me encontraba en pijama, adolorida, me estaba recuperando de una cirugía y él cuidaba de mi. Él se acercó con una cajita blanca y mientras la abría pensaba "no te emociones, ha de ser un collar" (dato cultural: no uso collares. Aún así intentaba calmar mi emoción), cuando la abrí encontré un anillo e inmediatamente me solté a llorar. Sus palabras fueron "Entonces, ¿Quieres pasar una vida juntos?", entre llantos dije que sí. En algún momento del día me dijo que esperaba que supiera que ese anillo significaba que me amaba y no pensaba irse a ninguna parte, esto es algo que me ha demostrado desde que comenzamos nuestra relación. No pasó mucho tiempo para que fijaramos una fecha, al inicio no sabíamos que era lo que queríamos hacer o si queríamos hacer algo, en algún momento pensamos en solo presentarnos en el registro civil y listo, afortunadamente nuestras amistades nos convencieron de hacer fiesta.

Ni Iván ni yo somos religiosos, por lo tanto no nos interesamos en una boda a la iglesia y nuestra intención era tener una boda intima rodeada de personas importantes para nosotros. Y así fue, durante la recuperación de mi cirugía recibimos la visita de uno de mis mejores amigos, Daniel Uribe, quien desde hace poco más de una década se dedica a la organización de todo tipo de eventos y es el dueño de Endeven eventos. Daniel escuchó nuestras ídeas e inquietudes, nos mostró fotos de sus eventos a manera de ejemplos, desde bodas muy grandes, eventos medianos y eventos íntimos. También me invitó a buscar ideas en Pinterest bajo el aviso de "lo que sea que te guste y quieras, eso se puede hacer". Nos explicó con detalle cada uno de los platillos manejados por su empresa, la degustación fue exquisita.

Para ser honesta todo el proceso de planeación fue muy sencillo, en algún punto mis damas tuvieron que intervenir porque la fecha se acercaba y yo aún no había escogido la manteleria, las flores, decoración, etc. Eso lo hicimos casi al final y todo lo decidimos con base a los colores de la vestimenta que Iván, las damas y yo llevaríamos, todo se manejó en dorados, tintos y distintas tonalidades de rosa. 

Recuerdo que en ningún momento sentí el tan llamado "estrés de la boda", por el contrario, me sentía segura y tranquila de que las cosas saldrían bien. Incluso semanas antes de la boda, por cuestiones laborales tuve que salir del país, siendo honestos, ahí sí me entró el nervio: faltaban algunos detalles que no había contemplado y estando lejos me di cuenta. ¿Recuerdan que les dije que nunca había soñado con casarme?, pues eso influyó en que se me pasaran muchos detalles, como los recuerdos de boda, los centros de mesa, el ramo, la música, etc. Afortunadamente entraron mis damas, mi suegra y Daniel al rescate, una de mis damas se autoproclamó  (para mi fortuna) la madrina del ramo, entre mi suegra y mi esposo hicieron jabones los cuales fueron los recuerdos de la boda y Daniel me dijo que por la música no me preocupara, que era algo que no tomaba mucho tiempo y que lo podríamos ver a mi regreso. 

La música la decidimos un día antes, nos juntamos en su oficina y entre los tres, con la fortuna de compartir la misma generación, decidimos todo lo relacionado a la música, la canción del vals de novios, el baile con papá, que en mi caso fue con mi hermano mayor y el vals de Iván con su mamá. Estando ahí Daniel, nos recordó sobre el acomodo de las mesas, y todo esto quedo listo en menos de una hora, ya solo nos quedaba descansar y prepararnos para el día siguiente.

El día llegó, nuestra boda fue perfecta para nosotros, la música, los colores, los detalles. Inclusive ese día me sentí tranquila, feliz y emocionada, todo estaba en su lugar y todo salió como lo esperaba. Mi mejor amiga pudo compartir ese día conmigo. Toda la noche reí, y algunos invitados lloraron de emoción.

Mi sueño nunca fue casarme y aún así ese día fue perfecto, no le cambiaría nada. Gracias a nuestras amistades, quienes estuvieron en cada momento; a mis damas que me ayudaron muchísimo en cada detalle: desde el diseño de las invitaciones, los anillos, el maquillaje, la selección de vestido, cuidar los papeles de matrimonio durante ese día, asegurarse de que ese día no olvidara comer, ayudarme a ponerme el vestido, avisarme cuando mi mamá llegó al evento, etc... No terminaría de decir cada detalle. Lo que sí puedo decir es que ese día y durante la planeación del evento, me sentí amada no solo por mi pareja, si no también por mis amistades. 


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